Colección Permanente

Esta obra, de Cestero de 1978, tiene un recurso analítico visual doble.

Evoca a Eligio Pichardo, con una composición visual que centra a la figura humana en una pose que atrae la mirada en la figura grotesca y a la vez teatral del sujeto.

Estamos frente a una obra secreta como si Francis Bacon indujera a Cestero su disposición dramática y trágica.

Cestero compartió con el maestro inglés también residente en New York, en los mismos años y en esta obra de 1978 es de observar y contemplar todos los efectos del misterio y del enigma a través de las capas cromáticas que llaman a buscar visceralmente en el sentido baconiano de la palabra, toda la anatomía oculta del personaje.

Cestero supo ejercer su oficio y sus duendes en una metamorfosis visual dónde vemos su atracción por la profundidad de la sombra.

El elemento cromático desde el negro al rojo vino refuerzan la escenografía dede un personaje en centro de tela que se destaca con pose y actitud estratégica de un comediante o de un animador de circo.

Bacon era drama y tragedia, Cestero refuerza con sentido trágico y cómico el aspecto pintoresco del sujeto, con apariencia de bufón cervantino.

En la proporción de las formas Cestero juega con la redondez y la ovalidad, con la robustez del cuerpo. Tenemos en esta obra todo el genio de Cestero, toda su capacidad dibujística compositiva y cromática con esa generosidad que le permite transformar su paleta en la de Bacon como homenaje al artista Eligio Pichardo,

El personaje, es el resultado de la capacidad de Cestero en el estudio en el análisis, en el entendimiento de la técnica, de los maestros nacionales y universales. Siempre bajo su factura convirtiéndose en el mago de la metamorfosis.

Obra exhibiéndose en la "Colección Permanente"